domingo, 17 de junio de 2012

Petit déjeuner à Antigua

Desayunar en Antigua, Las Mercedes, es una ricura. El restaurante es bellísimo, espacioso; como va tanta gente, pues se hacen colas para entrar y casi siempre hay que esperar, sobre todo los fines de semana, es bullicioso. Pero esto no le quita lo especial y bueno que es. Como se imaginarán ahí desayune con mi padre, quedamos encantados, ya habíamos ido antes hace aproximadamente dos años atrás, pero hoy fue lo máximo. Encontramos puesto rápido, los mesoneros y chicas del protocolo super amables, por supuesto, el empeño por ser un día 'festivo' es necesario y acabado.

Vamos con la comida. Pedimos mucha comida, pero nos la comimos toda. La cesta de panes es excelente, los huevos revueltos, el pastel de plátano y cazón, que parece de chucho cuando lo lees pero no es; el queso blanco a la plancha, el prosciutto, ¡todo! espectacular; aunque el cafe no tenía mucha espuma pero es entendible, insisto que es complicado saber cómo hacerle el café a la gente, si con espuma pero entonces hay poco café ó con poca espuma y entonces se ve como sólo café líquido, en fin, me pareció buenisimo con su café no espumoso.

Los jugos son variopintos, tienen muchas frutas a elegir y están muy buenos. El sabor de la comida es excelente, insisto con la cesta de panes, ¡ah! se me olvidaron las arepitas, porque el pastel de plátano y cazón trae ó arepitas ó panes, y por supuesto, pedimos arepitas divinas. La cesta trae confitura de frutas, arequipe y chocolate, ¡uuuff!

La decoración y estructura del restaurante es preciosa, me impresionó, nuevamente, que las paredes sean rosadas, rosa viejo para ser más precisos; es un color que no te sueles encontrar en grandes espacios, por lo  menos yo no. Y tal cual, todo se ve antiguo, cuadros, libros, jarrones, jarras, botellas, macetas, las mismas mesas, sofás y sillones tienen ese caracter viejo que hace del restaurante un lugar especial, acogedor, glamoroso, interesante, en fin, perfecto. Me encantó otra vez aunque no nos tocó la terraza, pero qué importa, donde estés es divino. Y lo mejor, la relación precio-valor es equilibrada, no se dejen intimidar por su belleza, tienen que visitarlo porque es encantador. 

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